martes, 11 de diciembre de 2012

EL VALOR DE LA MORAL


La moral consiste en la buena voluntad.
Fichte.
Muchos autores han querido ayudarnos a adoptar las decisiones correctas con respecto a la moral, pero Kant nos ha dejado un criterio general para todas las acciones. Él decía: “Obra siempre de modo que tu conducta pudiera servir de principio a una legislación universal”.
La moral no es una jaula ni una prisión que nos quita la libertad. El conjunto de reglas mandatos y prohibiciones que propone, sirve, por el contrario, para custodiar esa libertad. Así el ser humano puede alcanzar su plena realización como individuo y como comunidad. Tomemos como ejemplo el código de circulación: si no existiera, en el tiempo en que vivimos, habría un caos de tal magnitud, que sería una verdadera plaga para la humanidad. Los accidentes de tráfico son casi todos fallos humanos; son hacer caso omiso a lo mandado y a lo prohibido. Dijo Jesús de Nazaret: “Si quieres entrar en la vida, cumple los mandamientos” (Mt. 19,17).”. 
Es moral toda acción que perfecciona al ser humano como persona. Cuando hablamos de moralidad nos referimos a la voluntad, al deseo de obrar de forma recta. De hacer el bien. Para desear y hacer el bien,  esforcémonos en pensar bien: he aquí el principio de la moral. Dice Bernabé Tierno: “Sólo pueden ser objeto de la moralidad los actos humanos que requieren tres condiciones: advertencia, voluntariedad y libertad”. La moral es independiente, es superior a la utilidad. Tiene que estar por encima de todo lo demás; es como una voz sublime que impone respeto.
Es más importante lo que hacemos que lo que decimos. Aplicando lo anterior al terreno amoroso: si me dices lo mucho que me quieres (eso está bien), pero mejor: Quiéreme, con buenas obras y comprenderé más tus palabras.
Seamos voluntariosos en la acción y repetición de acciones buenas, esforzadas y generosas para que se conviertan en hábitos. Esto servirá de contrapeso en este mundo que está perdiendo los valores. Decía Demócrates: “Todo está perdido cuando los malos (los amorales) sirven de ejemplo y los buenos de mofa. Esto es muy preocupante en estos comienzos del siglo XXI.
Marcos Seguí Pons

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