jueves, 29 de noviembre de 2012

EL VALOR DEL DINERO

Siempre y ahora más por lo de la crisis, el  dinero o mejor dicho, su carencia, está en boca de muchos. El dinero no lo resuelve todo, pero puede ayudar a resolver algunas cosas. No obstante, no hay que adorar al “dios” dinero. Para administrarlo, es importantísimo saber distinguir las necesidades de los vicios y caprichos. No escatimar  ni un céntimo en lo referente a las primeras: salud, formación moral, cultural y profesional de los hijos… Por poco que se pueda, conviene ahorrar algo, lo cual tendrá un inestimable valor cuando surjan gastos imprevistos.
 Conviene evitar las depravaciones que nos perjudican la salud y la cartera. En cuanto a los caprichos, hay que ir con pies de plomo y ser muy selectivo. No vivir por encima de nuestras posibilidades. En este juego  siempre se pierde riqueza y se ganan dificultades. Existen más de uno que se gasta su caudal en superfluidades privándose de lo necesario. Quien al salir a la calle se compra cualquier tontería en la primera tienda con que se tropieza, no es dueño de sí, sino esclavo de sus anhelos y antojos. El más rico es el que menos necesita. No olvidarlo.  
 Por otra parte,  quien vive sólo para ahorrar se pierde cosas importantes durante su existencia. He conocido a personas que, disponiendo de  un patrimonio nada despreciable y estando gravemente enfermas no han querido acudir, por no gastar, a un facultativo de prestigio. Quienes no son capaces de rascarse el bolsillo cuando causas de fuerza mayor lo requieren, sus bienes no les sirven de nada. Los avaros suelen ser gente insegura que  nunca tienen suficiente.  Se privan  de todo para que no les falte nada. Ahora me estoy acordando de una máxima de F. de Quevedo: “Lo mucho se vuelve poco sólo con desear un poco más”
Con lo despilfarrado por el desenfreno de algunos se podría satisfacer un montón de necesidades básicas en el tercer mundo y enseñarles a ayudarse honradamente a sí mismos. Tengamos empatía poniéndonos en el lugar de los que están faltos prácticamente de todo. Así disminuiría la obesidad de unos y la desnutrición de otros. Se ganaría por ambas partes. ¿No les parece? Intentemos apreciar el auténtico valor del dinero.
Marcos Seguí Pons

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